Add parallel Print Page Options

¡Dios mío, tus años no tienen fin!

SALMO 102 (101)

Oración de un afligido que se desahoga en la presencia de Dios.

102 1-2 Dios mío,
escucha mi oración;
atiende a mis ruegos.
No tardes en responderme
cuando te llame;
no me des la espalda
cuando me encuentre angustiado.

La vida es como el humo
y se me escapa.
Los huesos me arden de dolor;
parecen carbones encendidos.

Read full chapter